La agricultura social se está convirtiendo en un fenómeno emergente en los últimos años, aportando al concepto tradicional de esta actividad unos nuevos valores más positivos.

Según el profesor Antoni F.Tulla, catedrático del Departamento de Geografía de la Facultad de Filosfía y Letras de la Universidad Autónoma de Barcelona, la agricultura social es el «conjunto de experiencias que utilizan los recursos locales, agrarios y/o naturales para promover la salud, la ocupación y el empoderamiento de colectivos en riesgo de marginación social y la generación de servicios sociosanitarios, principalmente en las áreas rurales y periurbanas, a través de la a actividad agraria y derivados».

Así la define en el proyecto de investigación «La agricultura social en el desarrollo local y el empleo para colectivos en riesgo de marginación» realizado con el apoyo de la Fundación Cedricat y de RecerCaixa, donde se explica que se trata de una actividad económicamente sostenible dirigida a la reintegración social, la formación y la rehabilitación de personas desfavorecidas o con necesidades específicas, que permiten a personas con dificultades recuperar el contacto con una actividad productiva, al tiempo que contribuye a su bienestar, a la mejora de su estado de salud y a su integración social.

La agricultura social

Aunque el proyecto liderado por Antoni Tulla se centra en las experiencias de agricultura social en Cataluña, este tipo de iniciativas están surgiendo en todo el territorio español. Así, por ejemplo, Gardeniers es un centro especial de empleo dedicado a la jardinería y a la agricultura ecológica de Zaragoza que surgió a desde Atades, la Asociación Tutelar Asistencial de Discapacitados Intelectuales.

Y es que, un denominador común de este tipo de actividades es su inicio en la jardinería para pasar después a la agricultura —principalmente a la horticultura— que en muchos casos se realiza bajo prácticas ecológicas. De esta manera, con la agricultura social se impulsa un modelo agroalimentario local, un consumo de proximidad y una producción con un importante valor de compromiso social.

Situación en Europa

Aunque este tipo de agricultura es más o menos reciente en España, en otros estados europeos es un fenómeno bien implantado que se conoce como social farming, green care o faming for care. Su origen está en los Países Bajos y desde allí se ha extendido a países como Italia, Bélgica, Holanda, Alemania, Francia o Reino Unido [ver vídeo]. De hecho, dentro de la Red Europea de Desarrollo Rural se explica cómo varias redes rurales de diferentes estados miembro han trabajado conjuntamente por conocer las experiencias de lo que también se conoce «prácticas de la terapia verde».

Precisamente, a finales del pasado mes de mayo, a través de la Diputación de Zaragoza se celebraron unas jornadas sobre la agricultura social dentro del Proyecto Ruract (Revalorización de áreas rurales en Europa mediante el desarrollo de actividades de agricultura social),  financiado por el Programa Europeo “Europa para Ciudadanos”.

Por otra parte, desde el Comité Económico y Social de la Unión Europea, el CESE, hace un par de años emitió un dictamen en el que destacaba la necesidad de incrementar el reconocimiento de la agricultura social así como crear un marco reglamentario común a todos los estados miembro para favorecer su integración en programas de formación y de desarrollo sostenible. [Ver dicho informe]

Aunque la agricultura social dista mucho de la convencional, —principalmente, en cuanto a objetivos, superficies y mercados— puede convertirse en un buen aliado para aportar más valor a la actividad agraria y al trabajo del agricultor con el fin de conseguir un mayor respaldo social a las personas y empresas que se dedican al sector agroalimentario.

 

Escrito por Elisa Plumed

Periodista especializada en agricultura y alimentación.

4 Comments

  1. Son muchos los sectores que pueden convertirse en grandes activadores económicos del sistema. Las posibilidades que ofrecen son muchas y al ser necesidades de la población siempre va a haber demanda. Deberíamos valorarlos más todos. Un saludo

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    1. Hola!! Tienes toda la razón: los alimentos son necesidades de la población que siempre van a tener demanda, lo que pasa es que en las últimas décadas la alimentación ha dejado de convertirse en una primera necesidad, como ocurría a mediados del siglo pasado. Y ojalá la crisis económica actual ayude a «poner cabeza» en esos otros muchos sectores que pueden activar la economía.
      Gracias por tus comentarios.

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  2. Hola buenas tardes, yo como agricultor pienso que lo mismo que disfruto yo de la agricultura, pueden otros disfrutar con la agricultura social o huerto social, eso de tu cultivar tus verduras y comértelas recién cogidas, fu fu eso no se paga con dinero, y te enseña a comer hortalizas con sabor, y te vuelves más exigente, porque cuando no conoces otra cosa, no lo puedes comparar,,,, todo esto aparte de la satisfacción personal que te aporta. Saludos y gracias

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    1. Elisa Plumed 2 julio, 2014 at 22:30

      Hola! Creo que tener contacto con la tierra y cultivar algo nos entronca bastante con nuestras raíces más humanas, es decir, nos hace más personas. De ahí la satisfacción que se obtiene cuando se trabaja al aire libre, cuando se siembra, se cuida y, finalmente, se recolecta un producto.
      Si esa satisfacción, además de disfrutar de los alimentos te reconcilia contigo mismo como persona y te ayuda a integrarte y ser más social, (como promulga la agricultura social) ¡es casi es la cuadratura del círculo!, no?
      Muchas gracias por tus palabras y por tu tiempo! Que hayas decidido dedicarlo a este blog, es un alegría 😉

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